Inconsistencia temporal y populismo
Manuel Bengolea Gerente general Octogone Chile
- T+
- T-
Manuel Bengolea
Los economistas definen “inconsistencia temporal” como la situación en la cual las personas tienen incentivos para abandonar un plan óptimo a largo plazo cambiando constantemente sus políticas, y a pesar de que éstas son insuperables en cada momento del tiempo, no lo son en el plan original de largo plazo.
La historia política chilena del último tiempo ofrece una clara ilustración del problema de inconsistencia temporal. Una muestra de ello es el surgimiento del populismo en la política, que embelesa a los votantes y los atrae hacia un mundo donde nadie ha logrado el bienestar prometido, sino que más bien el costo que han pagado ha sido extraordinariamente alto, como lo demuestran los casos de Venezuela, Cuba, Brasil, Argentina y muchos otros más. Como la oferta populista es tan atractiva y fácil, el plan óptimo de los políticos debiese ser ofrecer slogans, lugares comunes, etc., pero a la hora de implementar sus políticas, debiesen mantenerse alejados de los populismos. Sin embargo, ahora último no se han resistido al llamado, y a sabiendas del enorme costo en crecimiento económico y bienestar de sus políticas, las han implementado igual. Esta actitud presenta una inconsistencia temporal, es decir: deja de ser óptima en el momento que comienzan a blandir el populismo como estrategia de acceso al poder.
Por supuesto que los políticos que deciden no emplear el populismo como estrategia corren el riesgo de no ser electos. El gran problema es que muchos votantes en vez de abstenerse, o lisa y llanamente arrancar de la seducción populista, caen redonditos como lo hacen las polillas con la luz. Pregúntense ustedes cuántos venezolanos no se recriminan haber caído con el canto de sirenas de Chávez y Maduro.
La pregunta del millón para nuestro país es qué opinamos los chilenos del populismo que ofreció Michelle Bachelet, cuyas consecuencias pagamos hoy, con un gobierno que ostenta el menor crecimiento promedio desde los últimos cincuenta años. ¿Cómo los políticos fueron capaces, inconsistentes temporalmente, de vender la pomada que sacándole plata a quienes generan riqueza, para entregársela a los que la gastan, podía mejorar la situación de Chile? Eso es culpa de los chilenos, específicamente de quienes se dieron el gustito de votar por la Sra. Bachelet.
El populismo campea por todos lados, con planes colectivistas que ofrecen el nirvana con la promesa de que en esta ocasión sí va a funcionar, porque es tal o cual el que lo implementará, como si el fracaso de éstos se explicara por el conductor y no por el fallido concepto ideológico que lo sustenta. El paroxismo populista es tal, que la mayoría de los candidatos a la elección presidencial lo exhiben y emplean como elemento central de sus programas, y la gran cantidad de postulantes a La Moneda es una muestra fehaciente de que la irracionalidad está desatada.
El mérito de la próxima elección presidencial es que nos permitirá verificar si los que sufren de inconsistencia temporal son los votantes o los candidatos. Otro resultado de dicha elección será verificar si como país queremos asemejarnos a Corea del Norte o Corea del Sur.